NO BASTA CON INDIGNARSE
Quienes hoy se levantan en el mundo capitalista globalizado
a protestar contra la política de las clases gobernantes tienen suficientes
motivos y razones para indignarse, en la medida en que se acrecienta la
pobreza, la desigualdad económica y social y se restringe el acceso de los ciudadanos
a participar en las decisiones sobre el
presente y futuro de la sociedad.
Atreves de dicho movimiento espontaneo de masas carente
de una sola ideología y estrategia definida se expresan los antagonismos y
contradicciones sociales, entre los intereses de las clase y grupos
dominantes y los sectores y clases
sociales oprimidas, que no cuentan con otro medio diferente de emancipación que
la lucha social por la defensa de los derechos y libertades y la sustitución del
régimen imperante por otro realmente democrático y participativo mediante el
cual se garantice la paz, la democracia y el bienestar social, en igualdad de
condiciones para todos.
Los colombianos no pueden ser inferiores a dichos propósitos,
al tiempo que es necesario que maduren las condiciones sociales para lograr que
los motivos y las razones de su indignación se materialicen en hechos
concretos, en la conformación de un gran movimiento de masas, capaz de rebasar
los linderos del poder de las elites dominantes y liderar el verdadero cambio
que demanda la sociedad.
El desarrollo de la lucha política contra la opresión reviste
un carácter democrático general, que
una vez desenvuelta debe preservarse de los halagos del poder y de los acuerdos
conciliatorios que conducen al apaciguamiento y a la desmovilización de las
amasa, y de sus dirigentes, con lo cual las clases dominantes pretenden que los
indignados se resignen a continuar su lucha y terminen renunciando a sus objetivos, convirtiéndose en este caso en
instrumentos dóciles de la ideología y la política de los gobernantes de turno,
tendientes a eludir desde posiciones de clase, las soluciones reales a los
problemas generados por la crisis económica, política y social.
No caigamos en la trampa de las promesas y de las
reformas cosméticas encaminadas a producir ciertos cambios para que todo siga
igual.
Basta ya de indignarse y hagamos que las ideas y
voluntades de cambio alcancen su plenitud y difusión masivas convirtiéndose en
una fuerza viva movilizadora, organizadora y transformadora de nuestra realidad
social y política.
Articulo por la veeduría
ciudadana por la democracia y la convivencia social.